AMOR
CUANDO YO MUERA
Amor,
cuando yo muera no te vistas de viuda,
ni
llores sacudiéndote como quien estornuda
ni
sufras “pataletas que al vecindario alarmen,
ni
para prevenirlas compres gotas del Carmen.
Amor no hables de muerte, aún no he de ser viuda,
y si eso nos pasara, he de ser muy sesuda,
ni llanto o pataletas verá este vecindario
pero si te aseguro habrá Gotas del Carmen.
No
te sientes al lado de mi cajón mortuorio
usando
a tus cuñadas como reclinatorio;
y
cuando alguien amada, se acerque a darte el pésame
no
te le abras de brazos en actitud de ¡Bésame!
Cómo quieres que actúe si yo he de ser la viuda,
mis hermanas vendrán, actuarán con mesura,
y si a mí se acercarán me declaro inocente
no me abriré de brazos, no seré complaciente.
Hazte,
amada, la sorda cuando algún güelefrito
dictamine
observándote, que he quedado igualito.
y
hazte la que no oye, ni comprende ni mira
cuando
alguno comente que parece mentira.
No puedo hacer de sorda, si algún asomadito
vocifere ante todos que has quedado igualito,
ni de muda ni ciega, si alguno que suspira
mirándome comente le parece
mentira.
Amor,
cuando yo muera no te vistas de viuda,
yo
quiero ser un muerto como los de Neruda;
y,
por tanto, amada no te enlutes ni llores,
¡eso
es para los muertos estilo Julio Flórez!
Está bien, te prometo no he de usar ropa oscura,
ya ha pasado de moda verse como una viuda,
haré lo que tú quieras, todo lo que me pidas,
y explica lo del muerto, esos los de Neruda.
No
se te ocurra amada, formar la gran “llorona”
cada
vez que te anuncien que llegó una corona
pero
tampoco vayas a salir de indiscreta,
a
curiosear el nombre que tiene la tarjeta.
Me pides demasiado, no sé si yo podría
contener una lágrima o saltar de alegría,
y por favor no digas que seré una indiscreta
si de pronto me acerco a ver una tarjeta.
No
me grites, amada, que te lleve conmigo
y
que sin mi te quedas como en “tomo y Obligo”,
ni
vayas a ponerte, con la voz desgarrada
a
divulgar detalles de mi vida privada.
No podré estar callada si en todo el velatorio
ni a mis propias hermanas puedo arrimarle el hombro,
puedes estar tranquilo, no he de comentar nada,
ni un mísero detalle de tu vida privada.
Amor,
cuando yo muera no hagas lo que hacen todas;
no
copies sus estilos, no repitas sus modas;
que
aunque en nieblas de olvido quede mi nombre extinto
¡sepa
al menos el mundo que fui un muerto distinto!
¡Por Dios! aún no te has
muerto y me siento cansada,
de escucharte diciendo la misma pendejada,
quieres ser diferente… un
muerto muy distinto,
amor cuando tu mueras, todo lo hará
el instinto.
Autores: Aquiles Nazoa/ Iris Ponce
Abril 23, 2013