lunes, 13 de abril de 2015

MORIBUNDA... DUETO MARÍA ORETO SANCHÍS / IRIS PONCE

MORIBUNDA Aún mora la primavera en un pobre corazón que como vela se apaga, víctima de un gran dolor. Yo fui mies en la pradera, amapola de color que iluminaba los campos como rosa de pasión. Yo fui golondrina errante que volaba en libertad hasta que construyó un nido con la flor del azahar. De ese nido de esperanza brotó un verdadero hogar cuyas almas sonreían llenas de felicidad. Aún recuerdo el amor y la caricia divina que me regalaba él cada nuevo despertar. Aún recuerdo los brotes de aquel tronco singular, nacidos de mis entrañas en cada noche sabina. El reloj fue transitando, sin perdonarme un segundo, mientras mi cuerpo se ajaba y perdía su esplendor. En carrusel de amargura mudó el hermoso rubor que atesoraba mi rostro cuando gozaba del mundo. Hoy que mis ojos derraman las lágrimas de una vida pletórica de añoranzas que partieron con la brisa...; hoy que mi flaco fantasma no puede escuchar tu risa, recuerdo el amado antaño con mi familia querida. Y hoy, más muerta que viva, le pregunto al segundero cuya zarpa me arrancó los placeres que anhelaba: ¿Cómo pudiste robar el tronco que tanto amaba y mi esplendor saludable en un instante certero? Maria Oreto Martínez Sanchis
España 
SERÁS SÓLO MORIBUNDA

Me duele que estés sufriendo, que sientas tanto dolor,
pero debes de ser fuerte, recobrar tu condición,
no ha muerto la primavera, ni tampoco la pasión,
la vela no se ha apagado, ya no sufras por favor.

Ya no vivas de este encierro, echa tu mundo a volar,
como suave golondrina que escapa de su nidal,
busca nuevos horizontes y vientos de libertad,
no vivas de los recuerdos… busca la felicidad.

Recuerdos, sólo recuerdos te quedaron de esa vida,
de ese despertar hermoso que vivías día a día,
ahora debes enrumbarte, aunque estés agradecida
de esas noches de romance que se sienten detenidas.

El tiempo pasa inclemente, no perdona, sigue el rumbo,
y perdemos la frescura, la belleza en un segundo,
se pierde la lozanía y se diluye el rubor…
de ese tesoro que acaba, cuando termina el amor.

En tus ojos la añoranza y esas lágrimas vividas,
se irán como la hojarasca movida por suave brisa,
y una mañana cualquiera, verás como tu sonrisa,
vuelve a brindarte esa luz que tu rostro necesita.

Serás sólo moribunda, sino aceptas tu destino,
la suerte cambió de golpe causando un gran desatino,
ni tu ni yo somos quienes, para torcer hoy los hilos,
de un tiempo que ya se ha ido y quedará en el olvido.


Iris del V. Ponce P.
Venezuela